QUEDA PROHIBIDO
Queda prohibido amanecer sin pensar
Que es un día nuevo con el que poder jugar.
Queda prohibido abandonar a los demás
Sin antes aprender a amar.
Queda prohibido hacer las cosas sin pensar,
No teniendo en cuenta lo que luego pueda pasar.
Queda prohibido llorar
Sin antes haber aprendido cómo poderlo solucionar.
Queda prohibido abandonar las metas
Sin antes intentarlo aunque no lo creas.
Queda prohibido conformarse con lo que tienes
Y no aspirar a lo que puedes.
Queda prohibido mirar el tiempo que pasará
Sabiendo que ya nunca regresará.
Queda prohibido abrazarte
Sin sentir cuanto pueda amarte.
Queda prohibido abandonarme a mí
Teniendo tantas cosas por las que vivir.
Mireya Carrión. 2ºA
Que es un día nuevo con el que poder jugar.
Queda prohibido abandonar a los demás
Sin antes aprender a amar.
Queda prohibido hacer las cosas sin pensar,
No teniendo en cuenta lo que luego pueda pasar.
Queda prohibido llorar
Sin antes haber aprendido cómo poderlo solucionar.
Queda prohibido abandonar las metas
Sin antes intentarlo aunque no lo creas.
Queda prohibido conformarse con lo que tienes
Y no aspirar a lo que puedes.
Queda prohibido mirar el tiempo que pasará
Sabiendo que ya nunca regresará.
Queda prohibido abrazarte
Sin sentir cuanto pueda amarte.
Queda prohibido abandonarme a mí
Teniendo tantas cosas por las que vivir.
Mireya Carrión. 2ºA
IMÁN NEGATIVO
No consigo mirar a la luz a los ojos.
Me intimida con su desbordante esplendor,
lleno de poder,
y me ciega.
Inunda mis pupilas
de un cierto ardor
y no consigo fijar la vista en ella.
Vivo en un constante mar
de oscuridad,
con subidas y bajadas de autoestima
cada seis horas.
Y voy ahogando
a la gente que se atreve a desafiarme,
y cargo a mis espaldas
más y más oscuridad.
Y permanezco en la sombra,
observando de reojo
cómo todo resplandece a mi alrededor,
mientras yo no puedo
ni traspasar la línea que me separa
de la luz.
Y vuelvo a estrellarme,
a demacrarme,
contra las paredes de mi propia jaula.
Y mancho todo lo blanco
de negro.
Y no entiendo esa cobardía
que expulsan mis poros
cada vez que intento cambiar de bando.
Pero soy un imán negativo
y el resplandor me repele.
Paula Hernández, 2º B
TORMENTO
“Tormento” es una novela escrita por Benito Pérez Galdós, principal representante de la novela realista del siglo XIX en España. Fue publicada en 1884.
Esta obra trata sobre una familia llamada Los Bringas, que adoptan a dos niñas, cuyos padres murieron. Estos eran amigos y el padre de la niña antes de fallecer le comentó que las cuidara y las tratara como si fueran hijas suyas. Estas niñas se llamaban Amparo y Refugio. Amparo guardaba un secreto, y era que tuvo una historia de amor con un sacerdote, Don Pedro, hace mucho tiempo.
Agustín Caballero, primo de esta familia, al llegar a España, fue a visitar a sus primos y se encontró a Amparo, de la que se enamoró a primera vista. Él va detrás de Amparo, pero ella no quiere nada con Agustín. La mujer de Bringas no quería que este estuviera enamorado de ella ya que a Rosalía le gustaba su primo para su hija Isabelita, aunque era pequeña. También comentaba que a ella no le importaría que su marido muriera para luego poder casarse con Agustín. Este se gastaba mucho dinero en Amparo, y Rosalía, por envidia, la trataba mal, al igual que a su hermana. Refugio un día se cansó de que las tratara mal y se despidió. Comenzó a trabajar como modelo para pintores.
Un día, Agustín reunió a Amparo con él y se le declaró. Ella se quedó sin palabras y aceptó casarse. Más tarde, ella recibió una carta de un sacerdote con el que tuvo una aventura. Este le expuso que estaba enfermo y que fuera a verlo y así lo hizo. El sacerdote, quien no era buena persona, intentó convencer a Amparo que se quedará con él, pero esta, después de limpiar un poco y traerle comida, se marchó. Don Pedro, al quedarse solo, llamó al padre Nones, con el que se confesó, este le dio la cura de sus males y lo mandó a una finca de Toledo para que se recuperara.
Amparo decidió que era hora de contarle a su prometido su secreto, pero antes le llegó una carta de Don Pedro, en la cual le contaba su marcha y le decía adiós para siempre, por lo que la joven decidió no contar todavía su aventura con aquel sacerdote.
Con el tiempo, la vida de Amparo iba mejorando ya que Agustín le daba dinero y, además, Rosalía la trataba mejor, aunque con resignación al enterarse de su casamiento.
Pero al enterarse el pueblo de esa boda, pronto llegó a oídos de Don Pedro, quien le mandó una carta a Amparo diciéndole que volvería a por ella. Amparo, asustada, fue a hablar con él para que le dejara en paz, mala idea porque el sacerdote no le dejaba salir de su hogar, por lo que al final aunque esta se escondiera, la hermana de Don Pedro se dio cuenta de quién estaba con él. Esto pronto llegó a oídos de Rosalía y de estos a Don Agustín, quien cayó en una fuerte depresión por el engaño de su amada. Amparo, entristecida, quería el suicido, pero antes fue a casa de Don Agustín para explicarle todo, allí se encontró la sorpresa de que él no estaba, solo había uno de sus criados, a quien Amparo le dio una receta de veneno para que se la trajera, ya que había decidido morir ahí. Amparo escribió una carta a su amado, pidiendo perdón y cayó en la habitación de Caballero.
Cuando este llegó, preguntó qué le había pasado. Con el alivio de que su criado le cambió la receta, Amparo solo estaba gravemente enferma, pero no moriría. Caballero ordenó que la llevaran a su casa y la cuidaran. Él decidió marcharse lejos de su hogar, no podía vivir en una civilización tan ruin. Pero antes de irse decidió volver a ver a Amparo. Al llegar a su casa Amparo estaba algo mejor, y le contó todo a Agustín. Este, decidido, le dijo que cogiera sus cosas, que se iría con él y hablarían las cosas mejor y más tranquilamente. Y aunque Rosalía se quedará muy enfadada por la decisión de su primo, así pasó.
Recomendamos esta historia debido a que fue una de las obras más importantes de su autor y de su época, y además es un libro entretenido, ya que te tiene expectante todo el tiempo. Sí es verdad que es un poco lento, pero en todo momento te mantiene con la curiosidad a flor de piel, al principio por conocer cuál es el secreto de Amparo, luego por si muere y finalmente por si acaba con Caballero.
Ianet Mondéjar y Belén López, 1º Bachillerato F
Esta obra trata sobre una familia llamada Los Bringas, que adoptan a dos niñas, cuyos padres murieron. Estos eran amigos y el padre de la niña antes de fallecer le comentó que las cuidara y las tratara como si fueran hijas suyas. Estas niñas se llamaban Amparo y Refugio. Amparo guardaba un secreto, y era que tuvo una historia de amor con un sacerdote, Don Pedro, hace mucho tiempo.
Agustín Caballero, primo de esta familia, al llegar a España, fue a visitar a sus primos y se encontró a Amparo, de la que se enamoró a primera vista. Él va detrás de Amparo, pero ella no quiere nada con Agustín. La mujer de Bringas no quería que este estuviera enamorado de ella ya que a Rosalía le gustaba su primo para su hija Isabelita, aunque era pequeña. También comentaba que a ella no le importaría que su marido muriera para luego poder casarse con Agustín. Este se gastaba mucho dinero en Amparo, y Rosalía, por envidia, la trataba mal, al igual que a su hermana. Refugio un día se cansó de que las tratara mal y se despidió. Comenzó a trabajar como modelo para pintores.
Un día, Agustín reunió a Amparo con él y se le declaró. Ella se quedó sin palabras y aceptó casarse. Más tarde, ella recibió una carta de un sacerdote con el que tuvo una aventura. Este le expuso que estaba enfermo y que fuera a verlo y así lo hizo. El sacerdote, quien no era buena persona, intentó convencer a Amparo que se quedará con él, pero esta, después de limpiar un poco y traerle comida, se marchó. Don Pedro, al quedarse solo, llamó al padre Nones, con el que se confesó, este le dio la cura de sus males y lo mandó a una finca de Toledo para que se recuperara.
Amparo decidió que era hora de contarle a su prometido su secreto, pero antes le llegó una carta de Don Pedro, en la cual le contaba su marcha y le decía adiós para siempre, por lo que la joven decidió no contar todavía su aventura con aquel sacerdote.
Con el tiempo, la vida de Amparo iba mejorando ya que Agustín le daba dinero y, además, Rosalía la trataba mejor, aunque con resignación al enterarse de su casamiento.
Pero al enterarse el pueblo de esa boda, pronto llegó a oídos de Don Pedro, quien le mandó una carta a Amparo diciéndole que volvería a por ella. Amparo, asustada, fue a hablar con él para que le dejara en paz, mala idea porque el sacerdote no le dejaba salir de su hogar, por lo que al final aunque esta se escondiera, la hermana de Don Pedro se dio cuenta de quién estaba con él. Esto pronto llegó a oídos de Rosalía y de estos a Don Agustín, quien cayó en una fuerte depresión por el engaño de su amada. Amparo, entristecida, quería el suicido, pero antes fue a casa de Don Agustín para explicarle todo, allí se encontró la sorpresa de que él no estaba, solo había uno de sus criados, a quien Amparo le dio una receta de veneno para que se la trajera, ya que había decidido morir ahí. Amparo escribió una carta a su amado, pidiendo perdón y cayó en la habitación de Caballero.
Cuando este llegó, preguntó qué le había pasado. Con el alivio de que su criado le cambió la receta, Amparo solo estaba gravemente enferma, pero no moriría. Caballero ordenó que la llevaran a su casa y la cuidaran. Él decidió marcharse lejos de su hogar, no podía vivir en una civilización tan ruin. Pero antes de irse decidió volver a ver a Amparo. Al llegar a su casa Amparo estaba algo mejor, y le contó todo a Agustín. Este, decidido, le dijo que cogiera sus cosas, que se iría con él y hablarían las cosas mejor y más tranquilamente. Y aunque Rosalía se quedará muy enfadada por la decisión de su primo, así pasó.
Recomendamos esta historia debido a que fue una de las obras más importantes de su autor y de su época, y además es un libro entretenido, ya que te tiene expectante todo el tiempo. Sí es verdad que es un poco lento, pero en todo momento te mantiene con la curiosidad a flor de piel, al principio por conocer cuál es el secreto de Amparo, luego por si muere y finalmente por si acaba con Caballero.
Ianet Mondéjar y Belén López, 1º Bachillerato F
POEMA "EL INSTITUTO"
Aquí va este lema
Atentos que es un gran poema.
Primero de bachiller puede enternecer
Pero solamente lo tienes que conocer
Ya estamos llegando
La cuesta se está acabando
Espero que pronto terminemos
Y en junio todo aprobemos.
Los maestros la charla siempre nos van dando
Pero nosotros nos vamos acostumbrando
Los exámenes no se han acumulado
Porque la inteligencia hemos usado.
Estudia por lo que te pueda pasar
Más vale prevenir que curar.
En clase somos más de treinta
Y a mí me sorprende que casi lleguemos a los cuarenta
Los profesores hartos estarán quedando
No nos extraña, mucho estamos hablando.
Esperamos graduarnos
Y del instituto pirarnos
Pero mucho cariño hemos cogido
Y muchas cosas hemos aprendido.
Cuando empezamos éramos pequeños
Y ya nos creíamos los dueños,
De la vida mucho hemos aprendido
Gracias a los profesores que clase nos han impartido.
La etapa de la ESO
Acaba con este verso.
Victoria Minaya y Beatriz Plaza 1ºF
EL AMOR EFÍMERO Y MAL EMPLEADO
Érase una vez, allá por el 1945 en un pequeño pueblo de Indiana, una gran familia de seis hermanos. Era una familia humilde, de clase media-baja. El padre tenía una tienda de perfumes, una novedad por aquellos tiempos. Ganaba lo suficiente como para sustentar a su enorme familia y pertenecer a una clase media. El padre se llamaba Matías y la mujer Inés, ambos tenían 38 años y ellos, junto a sus seis hijos, formaban la familia Johnson.
Un día, recibió una llamada de Alî muy importante de Arabia Saudí, el cual le ofreció una oferta de trabajo que era imposible rechazar. La oferta consistía en viajar a su país tres años y colaborar junto a él en perfumes. El padre, sin duda, necesitaba el dinero para poder seguir manteniendo a su familia, ya que en su país estaban pasando una mala racha, debido a la crisis que asolaba su territorio.
Matías se despidió de su familia y partió rumbo a Arabia Saudí. Inés se despidió de él llorando desoladamente, puesto que temía que le ocurriera algo en esas tierras tan lejanas. Matías le prometió que se cuidaría y que la mantendría informada muy a menudo.
El trayecto fue largo, pero por fin Matías llego a Arabia Saudí. Allí le estaba esperando Alî junto con toda la plantilla de empleados que trabajan en su enorme empresa. Matías encajó muy bien allí, pero jamás pensó que podía encajar tan bien, sobre todo con la hija mayor de Alî, la cual tenía catorce años menos que él, y se llamaba Dalia.
Dalia y Matías mantuvieron un corto pero intenso romance durante los dos años que él permaneció allí. Lo suyo, sin duda, fue amor a primera vista, puesto que nada más conocerse ambos sintieron algo extraño al mirarse.
Alî jamás supo nada de esto, pero cuando llegó el momento de que Matías volviera a Indiana, Dalia le confesó que esperaba un hijo suyo. Matías no quería hacerse cargo, puesto que ya tenía mujer e hijos en Indiana. Entonces Dalia, enfadada por la negativa que recibió de Matías, se lo contó a su padre, quien, sin duda alguna, mandaría encerrar y mantener cautivo todo el tiempo que él quisiera a Matías por haber mancillado a su querida hija.
Matías, a un día de irse a su país y movido por la desesperación y los nervios de su infidelidad, le mandó una carta a su mujer en la que la informaba de todo, con la esperanza de que tras el transcurso del viaje ella lo pensara y lo meditara y así poder llegar a buen puerto. Pero cuando parecía que Matías estaba a un paso de subir al barco que le llevaría a su hogar, Alî mando a sus hombres a que fueran a por él al puerto. Y así sucedió.
Alî, muy enfadado con Matías, puesto que su hija le contó que la forzó, por puro despecho hacia Matías, mandó a sus hombres hacerle todo tipo de torturas, pero sin llegar a matarlo. Dalia estaba por un lado dolida por el rechazo recibido por Matías tras saber lo de su embarazo, pero movida por su amor hacia él, lo libero de su hermano y le ayudó a salir de Arabia con la promesa de que la llevaría con él. Matías aceptó, y ambos emprendieron el viaje hacia Indiana, seguidos por los hombres de Alî, los cuales a medio camino dieron la vuelta.
Cuando Matías y Dalia llegaron a la casa de Matías con la intención de explicarle todo mejor a su mujer, y con la idea de buscarle un hogar en otro pueblo a Dalia y pagarle una pensión para que pudiera mantener a su hijo, se vieron sorprendidos por las gentes de allí, las cuales los criticaban por adultero y a ella por fulana.
Llegaron a la casa de los Johnson, pero allí no había nadie. Entonces decidió preguntarle a su vecino, el cual les narró, que su mujer tras recibir la carta donde le contaba todo, se suicidó en el patio con una cuerda, y sus hijos fueron llevados a una casa de acogida muy lejos de Indiana, para que pudieran superar el trauma causado por los terribles acontecimientos sucedidos en un corto periodo de tiempo.
Matías no podía hacerse a la idea de perder a su mujer, porque a pesar de todo, él reconocía como un desliz a Dalia, y a quien realmente quería era a Inés. Pero ya era tarde. Por lo que le consiguió a Dalia una casa humilde y le dio bastante dinero para que cuidara al hijo de ambos, ya que según él, a él ya no le hacía falta. El hombre entró a su casa, estaba tan vacía y silenciosa que no pudo contener las lágrimas y los lamentos. Subió al piso de arriba, entro a su habitación y no salió de allí durante mucho tiempo. Desde ese día nunca nadie supo nada de él.
Matías reflexionó sobre lo ocurrido y llegó a la conclusión de que si no se hubiera cegado con los encantos de aquella joven y hubiera mantenido sus principios, todo esto no hubiera pasado.
Lucía González del Valle 1ºF.
Un día, recibió una llamada de Alî muy importante de Arabia Saudí, el cual le ofreció una oferta de trabajo que era imposible rechazar. La oferta consistía en viajar a su país tres años y colaborar junto a él en perfumes. El padre, sin duda, necesitaba el dinero para poder seguir manteniendo a su familia, ya que en su país estaban pasando una mala racha, debido a la crisis que asolaba su territorio.
Matías se despidió de su familia y partió rumbo a Arabia Saudí. Inés se despidió de él llorando desoladamente, puesto que temía que le ocurriera algo en esas tierras tan lejanas. Matías le prometió que se cuidaría y que la mantendría informada muy a menudo.
El trayecto fue largo, pero por fin Matías llego a Arabia Saudí. Allí le estaba esperando Alî junto con toda la plantilla de empleados que trabajan en su enorme empresa. Matías encajó muy bien allí, pero jamás pensó que podía encajar tan bien, sobre todo con la hija mayor de Alî, la cual tenía catorce años menos que él, y se llamaba Dalia.
Dalia y Matías mantuvieron un corto pero intenso romance durante los dos años que él permaneció allí. Lo suyo, sin duda, fue amor a primera vista, puesto que nada más conocerse ambos sintieron algo extraño al mirarse.
Alî jamás supo nada de esto, pero cuando llegó el momento de que Matías volviera a Indiana, Dalia le confesó que esperaba un hijo suyo. Matías no quería hacerse cargo, puesto que ya tenía mujer e hijos en Indiana. Entonces Dalia, enfadada por la negativa que recibió de Matías, se lo contó a su padre, quien, sin duda alguna, mandaría encerrar y mantener cautivo todo el tiempo que él quisiera a Matías por haber mancillado a su querida hija.
Matías, a un día de irse a su país y movido por la desesperación y los nervios de su infidelidad, le mandó una carta a su mujer en la que la informaba de todo, con la esperanza de que tras el transcurso del viaje ella lo pensara y lo meditara y así poder llegar a buen puerto. Pero cuando parecía que Matías estaba a un paso de subir al barco que le llevaría a su hogar, Alî mando a sus hombres a que fueran a por él al puerto. Y así sucedió.
Alî, muy enfadado con Matías, puesto que su hija le contó que la forzó, por puro despecho hacia Matías, mandó a sus hombres hacerle todo tipo de torturas, pero sin llegar a matarlo. Dalia estaba por un lado dolida por el rechazo recibido por Matías tras saber lo de su embarazo, pero movida por su amor hacia él, lo libero de su hermano y le ayudó a salir de Arabia con la promesa de que la llevaría con él. Matías aceptó, y ambos emprendieron el viaje hacia Indiana, seguidos por los hombres de Alî, los cuales a medio camino dieron la vuelta.
Cuando Matías y Dalia llegaron a la casa de Matías con la intención de explicarle todo mejor a su mujer, y con la idea de buscarle un hogar en otro pueblo a Dalia y pagarle una pensión para que pudiera mantener a su hijo, se vieron sorprendidos por las gentes de allí, las cuales los criticaban por adultero y a ella por fulana.
Llegaron a la casa de los Johnson, pero allí no había nadie. Entonces decidió preguntarle a su vecino, el cual les narró, que su mujer tras recibir la carta donde le contaba todo, se suicidó en el patio con una cuerda, y sus hijos fueron llevados a una casa de acogida muy lejos de Indiana, para que pudieran superar el trauma causado por los terribles acontecimientos sucedidos en un corto periodo de tiempo.
Matías no podía hacerse a la idea de perder a su mujer, porque a pesar de todo, él reconocía como un desliz a Dalia, y a quien realmente quería era a Inés. Pero ya era tarde. Por lo que le consiguió a Dalia una casa humilde y le dio bastante dinero para que cuidara al hijo de ambos, ya que según él, a él ya no le hacía falta. El hombre entró a su casa, estaba tan vacía y silenciosa que no pudo contener las lágrimas y los lamentos. Subió al piso de arriba, entro a su habitación y no salió de allí durante mucho tiempo. Desde ese día nunca nadie supo nada de él.
Matías reflexionó sobre lo ocurrido y llegó a la conclusión de que si no se hubiera cegado con los encantos de aquella joven y hubiera mantenido sus principios, todo esto no hubiera pasado.
Lucía González del Valle 1ºF.
POEMA "SE LLAMA VIDA"
¿Qué es lo que te pasa?
la vida que es injusta
no te pregunta
cuándo, dónde y cómo
quisieras que ocurra
¿por qué es injusta?
Porque cada batalla
te duele, te hiere
te cansa, te desgasta
pero cuando te repones
te venda, te sana
te cura, te sutura
te hace más dura.
¿ por qué no te pregunta?
porque no se atreve
a contemplarte, mirarte
enfrentarte, contarte
por qué es tan cobarde
cruel y mezquina
porque ella es así
porque se llama vida
¿por qué es así ?
para que sientas
y no pienses
creas y no veas
mueras y no mueras
vivas y no vivas.
¿Y por qué crees que se llama vida?
Larisa Cosmina. 3ºA
la vida que es injusta
no te pregunta
cuándo, dónde y cómo
quisieras que ocurra
¿por qué es injusta?
Porque cada batalla
te duele, te hiere
te cansa, te desgasta
pero cuando te repones
te venda, te sana
te cura, te sutura
te hace más dura.
¿ por qué no te pregunta?
porque no se atreve
a contemplarte, mirarte
enfrentarte, contarte
por qué es tan cobarde
cruel y mezquina
porque ella es así
porque se llama vida
¿por qué es así ?
para que sientas
y no pienses
creas y no veas
mueras y no mueras
vivas y no vivas.
¿Y por qué crees que se llama vida?
Larisa Cosmina. 3ºA
POEMA "TE FUMO"
Si tú mueres te anhelo, te extraño
te ansío, te deseo
te quiero, te amo
te quemo, incinero
te fumo, te recuerdo
me hiero, me muero
te guardo, te congelo.
Tu voz, tu rostro
guardarte y
no olvidarte
te veo en mi humo
eres mi droga
mi sustancia dependiente
pero lo mismo quiso
para ella la muerte.
Los recuerdos estallan
como una gota fría
en un vaso ardiente.
Amor no es la palabra
lo nuestro es mucho más,
escucho tu voz y hablo
en presente sabiendo
que ya no estás.
Larisa Cosmina. 3ºA
te ansío, te deseo
te quiero, te amo
te quemo, incinero
te fumo, te recuerdo
me hiero, me muero
te guardo, te congelo.
Tu voz, tu rostro
guardarte y
no olvidarte
te veo en mi humo
eres mi droga
mi sustancia dependiente
pero lo mismo quiso
para ella la muerte.
Los recuerdos estallan
como una gota fría
en un vaso ardiente.
Amor no es la palabra
lo nuestro es mucho más,
escucho tu voz y hablo
en presente sabiendo
que ya no estás.
Larisa Cosmina. 3ºA
cartas de amor: carta ganadora primer ciclo de la eso
No sé muy bien para quién escribo esto, si para ti o para mí. Creo que para los dos. Aunque hablo de dos, siempre me gustó pasar tiempo a tu lado como si fuésemos uno solo.
Quizás necesito decir cosas que nunca dije, pero sí sentí. Lo primero, ante todo, recordarte que si nos conocimos fue por algo, para algo. Tú lo podrás llamar destino, yo lo llamo de algún modo “hay que sufrir”. No sé en qué momento dejaste de ser mi amigo, o si algún día lo fuiste, pero solo me di cuenta de lo que te quería cuando la idea de no tenerte me mataba. Sí, así de necio es el ser humano.
Me gustaría llamar a esto historia de amor, pero los dos sabemos que amor solo hubo de mi parte y que lo tuyo era destrucción, una bonita forma de hacer daño, supongo. Y creo que a veces pensé que ya no te quería, pero está claro que en temas de corazones desolados, “pensar” solo es un verbo y “ahora” un mísero adverbio.
Quizás todo esto fue mi culpa, pero yo no controlaba ese vuelco al corazón al pillarte mirándome, o esas horas pensando cómo sería pasear de la mano. Tampoco controlaba esas ganas de abrazarte tan fuerte y desatar todos tus nudos, esos que se encuentran ahora en mis cordones y me hacen tropezar cada vez que te quiero olvidar. A veces miraba las estrellas y me reía. Tú no tienes nada que envidiarles, el brillo en tus ojos era suficiente, eres mi Osa Mayor, mi guía hasta nunca jamás.
Creo que no me dolió el rechazo, me considero masoca, hasta tus malas palabras me gustaban. Si no temía que me hicieras daño fue por culpa de esas películas de Disney. Yo soñé ser princesa pero tú no necesitabas ser príncipe. Si tú no me querías ¿qué podía hacer? En realidad era como la sirenita, vivía en el fondo del mar pero porque tú me arrojaste sin saber nadar. No te culpo. Los sentimientos no se eligen y tú corazón la eligió a ella.
Me gustaría decir que solo fuiste una lágrima y que luego te pude superar y volver a emprender el vuelo, pero te convertiste en mis alas y, tanto tiempo después, ya formas parte de mí. No lo superé, no, pero fue la forma más bonita de morir.
Arantxa Lorente. 1ºB
Quizás necesito decir cosas que nunca dije, pero sí sentí. Lo primero, ante todo, recordarte que si nos conocimos fue por algo, para algo. Tú lo podrás llamar destino, yo lo llamo de algún modo “hay que sufrir”. No sé en qué momento dejaste de ser mi amigo, o si algún día lo fuiste, pero solo me di cuenta de lo que te quería cuando la idea de no tenerte me mataba. Sí, así de necio es el ser humano.
Me gustaría llamar a esto historia de amor, pero los dos sabemos que amor solo hubo de mi parte y que lo tuyo era destrucción, una bonita forma de hacer daño, supongo. Y creo que a veces pensé que ya no te quería, pero está claro que en temas de corazones desolados, “pensar” solo es un verbo y “ahora” un mísero adverbio.
Quizás todo esto fue mi culpa, pero yo no controlaba ese vuelco al corazón al pillarte mirándome, o esas horas pensando cómo sería pasear de la mano. Tampoco controlaba esas ganas de abrazarte tan fuerte y desatar todos tus nudos, esos que se encuentran ahora en mis cordones y me hacen tropezar cada vez que te quiero olvidar. A veces miraba las estrellas y me reía. Tú no tienes nada que envidiarles, el brillo en tus ojos era suficiente, eres mi Osa Mayor, mi guía hasta nunca jamás.
Creo que no me dolió el rechazo, me considero masoca, hasta tus malas palabras me gustaban. Si no temía que me hicieras daño fue por culpa de esas películas de Disney. Yo soñé ser princesa pero tú no necesitabas ser príncipe. Si tú no me querías ¿qué podía hacer? En realidad era como la sirenita, vivía en el fondo del mar pero porque tú me arrojaste sin saber nadar. No te culpo. Los sentimientos no se eligen y tú corazón la eligió a ella.
Me gustaría decir que solo fuiste una lágrima y que luego te pude superar y volver a emprender el vuelo, pero te convertiste en mis alas y, tanto tiempo después, ya formas parte de mí. No lo superé, no, pero fue la forma más bonita de morir.
Arantxa Lorente. 1ºB
cartas de amor: carta ganadora segundo ciclo de la eso
Sé que el dolor que te provoca esta carta es más inmenso que el mar que tuve que cruzar. Ambos sabíamos que este día iría a llegar, pero no pensé que fuera hoy. Este es mi destino y contra él ni siquiera yo puedo luchar. Por eso te amo tanto, cuando me reflejaba en tus ojos que limpiaban todas mis heridas, tus labios que arrancaban todas mis culpas y mi alma se destila en tu corazón.
Mi lucha no habrá sido en vano, he salvado muchas vidas, a pesar de romper nuestros sueños. Si fuese posible renacer de mis cenizas, volaría hacia ti para un último destilo de mi alma. Cuando tomé la decisión de ser militar tuve presente que esto es lo que me esperaba. La muerte está celosa al ver la vida que tú me das; viene a por mi amor, como un ángel mezquino y envidioso de nuestro amor.
Me apago como una vela a la intemperie dejándote a ti en una oscuridad. No es tanto el miedo que siento por la muerte comparado al aterrador temor de no verme en tus ojos. Te prometo intentar hablarte con cada gota de lluvia, acariciarte con los rayos del sol. Lo que predijiste ocurre hoy: la guerra se lleva a tu amado amor. Hay vidrios en el suelo cuando los sueños se rompen.
Larisa Cosmina Coclea. 3º A
Mi lucha no habrá sido en vano, he salvado muchas vidas, a pesar de romper nuestros sueños. Si fuese posible renacer de mis cenizas, volaría hacia ti para un último destilo de mi alma. Cuando tomé la decisión de ser militar tuve presente que esto es lo que me esperaba. La muerte está celosa al ver la vida que tú me das; viene a por mi amor, como un ángel mezquino y envidioso de nuestro amor.
Me apago como una vela a la intemperie dejándote a ti en una oscuridad. No es tanto el miedo que siento por la muerte comparado al aterrador temor de no verme en tus ojos. Te prometo intentar hablarte con cada gota de lluvia, acariciarte con los rayos del sol. Lo que predijiste ocurre hoy: la guerra se lleva a tu amado amor. Hay vidrios en el suelo cuando los sueños se rompen.
Larisa Cosmina Coclea. 3º A
cartas de amor: carta ganadora bachillerato
Viernes, 9 de enero de 2016
Llovía. Cada una de las majestuosas nubes contemplaba su muerte en las gotas que se precipitaban e iban abandonándolas, dejándolas desnudas. Fue la última de ellas la que se derrumbó en el charco más profundo. Ahí, justo ahí, la fuerza de un beso fruto de un amor perecedero tenía lugar. Decidí huir de aquella escena que todavía algunos consideran romántica sin saber que el verdadero concepto de “amor” lo vivimos nosotros.
Llueve. Pero ahora e manera distinta. Los recuerdos corretean en forma de lágrimas por mis mejillas al escribirte. Quería que supieras que ahí fuera están hablando de amor y no conocen lo nuestro. No saben la increíble capacidad que poseías para frenar mis llantos con un leve movimiento. Tampoco conocen cada uno de los valores que me transmitiste ni cada maravilloso momento que decidiste compartir con la mujer que más te amaba. No valoran como nosotros el tiempo que hemos compartido y tampoco perciben la fugacidad de este como tú y como yo. Ahí fuera desconocen lo que es sentir tu calor y tus ojos deslumbrando orgullo cada vez que me mirabas. Todavía recuerdo aquel “tranquila, todo va a salir bien” tras el que decidí fundirme en un abrazo bañado en esperanza y optimismo, fruto del más absoluto aprecio, cariño y amor, contigo. Tú, porque me enseñaste a soñar, a querer, a respetar y a admirar.
Lloverá y la nostalgia que acorrala mis sentimientos y la tristeza que enjaula mi corazón seguirán dejando paso al aguacero de recuerdos que desembocan en esta carta de amor puro, incondicional e inmutable.
¡Feliz cumpleaños, papá!
Vanesa Tórtola. 2º Bachillerato E
Llovía. Cada una de las majestuosas nubes contemplaba su muerte en las gotas que se precipitaban e iban abandonándolas, dejándolas desnudas. Fue la última de ellas la que se derrumbó en el charco más profundo. Ahí, justo ahí, la fuerza de un beso fruto de un amor perecedero tenía lugar. Decidí huir de aquella escena que todavía algunos consideran romántica sin saber que el verdadero concepto de “amor” lo vivimos nosotros.
Llueve. Pero ahora e manera distinta. Los recuerdos corretean en forma de lágrimas por mis mejillas al escribirte. Quería que supieras que ahí fuera están hablando de amor y no conocen lo nuestro. No saben la increíble capacidad que poseías para frenar mis llantos con un leve movimiento. Tampoco conocen cada uno de los valores que me transmitiste ni cada maravilloso momento que decidiste compartir con la mujer que más te amaba. No valoran como nosotros el tiempo que hemos compartido y tampoco perciben la fugacidad de este como tú y como yo. Ahí fuera desconocen lo que es sentir tu calor y tus ojos deslumbrando orgullo cada vez que me mirabas. Todavía recuerdo aquel “tranquila, todo va a salir bien” tras el que decidí fundirme en un abrazo bañado en esperanza y optimismo, fruto del más absoluto aprecio, cariño y amor, contigo. Tú, porque me enseñaste a soñar, a querer, a respetar y a admirar.
Lloverá y la nostalgia que acorrala mis sentimientos y la tristeza que enjaula mi corazón seguirán dejando paso al aguacero de recuerdos que desembocan en esta carta de amor puro, incondicional e inmutable.
¡Feliz cumpleaños, papá!
Vanesa Tórtola. 2º Bachillerato E
Un mundo en una botella
Un frío invierno del siglo XIX, Jacob, un muchacho de dieciséis años procedente de Nueva Guinea, viajó a Australia junto a sus hermanos en busca de algún trabajo para poder mantener a su familia y conseguir alimentos.
Una fuerte tormenta sacudió la patera en la que viajaban, quedando así desaparecida. Cuando Jacob, convertido en náufrago, emergió, estaba solo. Llamó a sus hermanos y nadie le contesto. Decidió nadar sin rumbo durante horas. Con la llegada de la tarde observó las gigantescas copas de unas palmeras, parecía una isla. Se dirigió hasta allí con la esperanza de encontrar ayuda. Al pisar tierra ya había anochecido, solo se reflejaba la luna en el mar. Exhausto, encendió una hoguera y durmió hasta el amanecer.
La sed lo despertó, por lo que fue en busca de agua, adentrándose en la profunda arboleda. Caminando, se preguntó si habría existencia humana, animales, si podría sobrevivir allí… De repente, a sus pies, vio una hoguera, desprendía humo, había sido apagada recientemente, esta lo llevaba a una senda, por lo que la siguió.
Escuchó voces tras un arbusto. Asustado, se escondió y observó a un grupo de personas que vivían en chozas y se acercó a ellos. Con miedo, les preguntó dónde estaba, llevaba un par de días perdido y buscaba ayuda. Le contestaron que estaban en la misma situación que él, eran náufragos y se encontraban en Kiribati.
Lo acogieron, aprendió su cultura, adaptándose durante varias semanas, eran nómadas. Al llegar la primavera decidieron iniciar un nuevo camino en busca de ayuda. Encontraron una localidad con escasos habitantes, habían llegado a Beru.
Durante años parcticaron las mismas costumbres, la misma ideología y se educaron en colegios. Era una población más desarrollada, con más recursos. Al carecer de conocimientos, les conmovió la idea que tenían anteriormente sobre la Tierra en concreto: lo que defendían algunos presocráticos, el tema de que la Tierra era plana. Ellos buscaron información sobre el tema preguntando a los habitantes, a los pocos días comenzaron a investigar. Se dieron cuenta de que el último punto de la Tierra es donde se ellos se encontraban consultando mapas. Pasaban las tardes a la orilla del mar con unos prismáticos observando si había algo llamativo sobre esta cuestión, pero no había nada que lo verificara.
Una noche, Jacob no podía dormir y salió a observar sobre las tres de la mañana aproximadamente. Comenzó a notar cosas extrañas: subió la marea, caían los cocos con el movimiento de la tierra y no sabía lo que estaba pasando, por lo que decidió adentrarse en el mar él solo con una barca que había en el puerto. Vio con la luz de la luna llena un trozo de tierra que no salía en ningún mapa. Llegó y vio un mundo totalmente diferente al que vivían las casa eran de cristal, los habitantes eran sirenas y tritones, era todo mágico y perfecto. Mantuvo una conversación con ellos y notó que tenían un lenguaje muy culto. Le contaron que solo aparecía este trozo de tierra cuando había luna llena y justo cuando la luna se encontraba encima de El Secreto emergía. Por esa razón, de día no percibían nada y no podía contar nada por miedo a desaparecer. Jacob decide contar toda esta historia en un papel metido en una botella y lanzarla al mar.
Andrea González, Sheila González y Cristina Navarro. 1º Bach. F
Una fuerte tormenta sacudió la patera en la que viajaban, quedando así desaparecida. Cuando Jacob, convertido en náufrago, emergió, estaba solo. Llamó a sus hermanos y nadie le contesto. Decidió nadar sin rumbo durante horas. Con la llegada de la tarde observó las gigantescas copas de unas palmeras, parecía una isla. Se dirigió hasta allí con la esperanza de encontrar ayuda. Al pisar tierra ya había anochecido, solo se reflejaba la luna en el mar. Exhausto, encendió una hoguera y durmió hasta el amanecer.
La sed lo despertó, por lo que fue en busca de agua, adentrándose en la profunda arboleda. Caminando, se preguntó si habría existencia humana, animales, si podría sobrevivir allí… De repente, a sus pies, vio una hoguera, desprendía humo, había sido apagada recientemente, esta lo llevaba a una senda, por lo que la siguió.
Escuchó voces tras un arbusto. Asustado, se escondió y observó a un grupo de personas que vivían en chozas y se acercó a ellos. Con miedo, les preguntó dónde estaba, llevaba un par de días perdido y buscaba ayuda. Le contestaron que estaban en la misma situación que él, eran náufragos y se encontraban en Kiribati.
Lo acogieron, aprendió su cultura, adaptándose durante varias semanas, eran nómadas. Al llegar la primavera decidieron iniciar un nuevo camino en busca de ayuda. Encontraron una localidad con escasos habitantes, habían llegado a Beru.
Durante años parcticaron las mismas costumbres, la misma ideología y se educaron en colegios. Era una población más desarrollada, con más recursos. Al carecer de conocimientos, les conmovió la idea que tenían anteriormente sobre la Tierra en concreto: lo que defendían algunos presocráticos, el tema de que la Tierra era plana. Ellos buscaron información sobre el tema preguntando a los habitantes, a los pocos días comenzaron a investigar. Se dieron cuenta de que el último punto de la Tierra es donde se ellos se encontraban consultando mapas. Pasaban las tardes a la orilla del mar con unos prismáticos observando si había algo llamativo sobre esta cuestión, pero no había nada que lo verificara.
Una noche, Jacob no podía dormir y salió a observar sobre las tres de la mañana aproximadamente. Comenzó a notar cosas extrañas: subió la marea, caían los cocos con el movimiento de la tierra y no sabía lo que estaba pasando, por lo que decidió adentrarse en el mar él solo con una barca que había en el puerto. Vio con la luz de la luna llena un trozo de tierra que no salía en ningún mapa. Llegó y vio un mundo totalmente diferente al que vivían las casa eran de cristal, los habitantes eran sirenas y tritones, era todo mágico y perfecto. Mantuvo una conversación con ellos y notó que tenían un lenguaje muy culto. Le contaron que solo aparecía este trozo de tierra cuando había luna llena y justo cuando la luna se encontraba encima de El Secreto emergía. Por esa razón, de día no percibían nada y no podía contar nada por miedo a desaparecer. Jacob decide contar toda esta historia en un papel metido en una botella y lanzarla al mar.
Andrea González, Sheila González y Cristina Navarro. 1º Bach. F
el secreto de los hermanos démov
Un 10 de diciembre de 1843, tres hermanas de 18 años se mudaron a una vieja casa de Pomona. Se llamaban Anastasia, Elizabeth y Úrsula Evans. Procedían de una familia aristócrata en la cual tenían una gran empresa de metal. Allí conocieron a tres chicos de la misma edad que se llamaban Thomas, Alan y Carter Démov. Elizabeth se enamoró de Thomas y no sabía cómo decírselo, por lo que decidió mantenerlo en secreto. En ese lugar, estos chicos no eran muy queridos puesto que eran muy ariscos y tenían un pasado desconocido.
Un domingo por la noche, les llegó a estas chicas una carta en la que ponía que sus padres habían muerto en un supuesto accidente. Los chicos se ofrecieron a acompañarlas al funeral y juntos viajaron a Luxemburgo para enterrarlos con sus antepasados.
Tras la muerte de sus padres, ninguna se atrevía a vivir en la casa de estos y los chicos, amablemente, les ofrecieron vivir con ellos, a lo que ellas aceptaron porque Úrsula y Anastasia sabían que Elizabeth estaba enamorada de Thomas.
A la mañana siguiente, Thomas, Alan y Carter se marcharon por temas de negocios al pueblo de al lado, lo que les llevaría toda la mañana. Entonces, Anastasia y Úrsula, al ver tan enamorada a su hermana por ese chico, decidieron investigar por la casa y descubrir ese pasado tan desconocido por el que no eran aceptados en el pueblo.
Anastasia y Úrsula descubrieron que aquellos muchachos, que al principio les parecieron tan amables y simpáticos, en realidad, eran unos timadores que se dedicaban a cortejar a chicas de clase alta y con poca familia para casarse con ellas y después matarlas y cobrar su herencia.
Cuando los chicos regresaron a casa, descubrieron, por la forma en la que las chicas habían dejado sus papeles, que alguien había estado revisando sus cosas.
Mientras Thomas y Elizabeth estaban en uno de sus numerosos encuentros amorosos al margen de toda la casa, Carter y Alan decidieron matar a las tres hermanas, para que su secreto permaneciera a salvo.
Anastasia se encontraba en la bañera, relajada, con los ojos cerrados y música sonando en el gramófono. Los dos hermanos decidieron aprovechar ese momento y matarla de una forma silenciosa y evitar que su hermano se enterara de su plan, puesto que, al estar enamorado de la joven, podría arruinarlo todo. Alan y Carter se acercaron sigilosos hacia la bañera donde se encontraba Anastasia, los dos hombres la agarraron y la introdujeron en ella ahogándola en menos de tres minutos y dejándola boca abajo sin exhalar ni una gota de oxígeno.
Una vez muerta Anastasia, fueron en busca de Úrsula, la cual se encontraba en el comedor tocando el piano, como su madre le había enseñado desde muy pequeña. Los dos hermanos cogieron el cuchillo más afilado que encontraron en la cocina y se acercaron por detrás. Mientras Alan la sujetaba, Carter la apuñalaba numerosas veces en el pecho hasta que la sangre comenzó a salirle por la boca y, finalmente, matarla.
Elizabeth y Thomas decidieron contarles su romance a sus hermanas y hermanos respectivamente y poner fin a esos encuentros a escondidas. Cuando fueron al comedor, vieron a Alan y Carter arrastrar el cuerpo inerte de la joven Úrsula. Elizabeth comprendió entonces que ella sería la siguiente y cuando los dos hermanos arremetieron contra ella, Thomas se puso en medio y recibió una puñalada en el corazón que le dejó agonizando durante treinta segundos, en los que le declaró su amor a Elizabeth: “te amo”, fue lo que le dijo antes de cerrar los ojos para siempre.
Elizabeth, entre lágrimas, corrió hacia su habitación donde tenía bajo el armario una pistola que guardaba como recuerdo de su difunto padre. Atrancó la puerta y mandó un telegrama al pueblo más cercano. Carter y Alan corrieron tras ella.
Elizabeth pronto se vio acorralada por los dos muchachos y disparó a Alan, el cual cayó muerto al instante de un balazo en la cabeza. Carter, lleno de ira y odio, corrió hacia Elizabeth mientras gritaba barbaridades de cómo la iba a matar lenta y dolorosamente por provocar la muerte de sus hermanos.
La chica se dirigió hacia el patio delantero donde se encontraban las máquinas de las excavaciones del metal de la familia Démov. Allí se halló totalmente acorralada por un irreconocible y nada cuerdo Carter, que pretendía matarla cruelmente.
Por suerte para la joven Elizabeth, Carter se enganchó con una de las máquinas, ella aprovechó la situación y la puso en marcha. La máquina empezó a funcionar y comenzó a arrastrar a Carter hacia ella. En menos de cinco minutos, Carter se hallaba desmembrado completamente debajo de las cuchillas e la máquina.
Elizabeth se convirtió en la única superviviente de aquella casa y decidió emprender viaje hacia el pueblo más cercano, que se hallaba a cuatro horas a pie, con las únicas fuerzas que le quedaban, que eran las de ver nacer al hijo que tenía en su interior, al cual llamó como su padre, Thomas Démov Evans.
Lucía González, Ana Marco y Belén López. 1º F
Un domingo por la noche, les llegó a estas chicas una carta en la que ponía que sus padres habían muerto en un supuesto accidente. Los chicos se ofrecieron a acompañarlas al funeral y juntos viajaron a Luxemburgo para enterrarlos con sus antepasados.
Tras la muerte de sus padres, ninguna se atrevía a vivir en la casa de estos y los chicos, amablemente, les ofrecieron vivir con ellos, a lo que ellas aceptaron porque Úrsula y Anastasia sabían que Elizabeth estaba enamorada de Thomas.
A la mañana siguiente, Thomas, Alan y Carter se marcharon por temas de negocios al pueblo de al lado, lo que les llevaría toda la mañana. Entonces, Anastasia y Úrsula, al ver tan enamorada a su hermana por ese chico, decidieron investigar por la casa y descubrir ese pasado tan desconocido por el que no eran aceptados en el pueblo.
Anastasia y Úrsula descubrieron que aquellos muchachos, que al principio les parecieron tan amables y simpáticos, en realidad, eran unos timadores que se dedicaban a cortejar a chicas de clase alta y con poca familia para casarse con ellas y después matarlas y cobrar su herencia.
Cuando los chicos regresaron a casa, descubrieron, por la forma en la que las chicas habían dejado sus papeles, que alguien había estado revisando sus cosas.
Mientras Thomas y Elizabeth estaban en uno de sus numerosos encuentros amorosos al margen de toda la casa, Carter y Alan decidieron matar a las tres hermanas, para que su secreto permaneciera a salvo.
Anastasia se encontraba en la bañera, relajada, con los ojos cerrados y música sonando en el gramófono. Los dos hermanos decidieron aprovechar ese momento y matarla de una forma silenciosa y evitar que su hermano se enterara de su plan, puesto que, al estar enamorado de la joven, podría arruinarlo todo. Alan y Carter se acercaron sigilosos hacia la bañera donde se encontraba Anastasia, los dos hombres la agarraron y la introdujeron en ella ahogándola en menos de tres minutos y dejándola boca abajo sin exhalar ni una gota de oxígeno.
Una vez muerta Anastasia, fueron en busca de Úrsula, la cual se encontraba en el comedor tocando el piano, como su madre le había enseñado desde muy pequeña. Los dos hermanos cogieron el cuchillo más afilado que encontraron en la cocina y se acercaron por detrás. Mientras Alan la sujetaba, Carter la apuñalaba numerosas veces en el pecho hasta que la sangre comenzó a salirle por la boca y, finalmente, matarla.
Elizabeth y Thomas decidieron contarles su romance a sus hermanas y hermanos respectivamente y poner fin a esos encuentros a escondidas. Cuando fueron al comedor, vieron a Alan y Carter arrastrar el cuerpo inerte de la joven Úrsula. Elizabeth comprendió entonces que ella sería la siguiente y cuando los dos hermanos arremetieron contra ella, Thomas se puso en medio y recibió una puñalada en el corazón que le dejó agonizando durante treinta segundos, en los que le declaró su amor a Elizabeth: “te amo”, fue lo que le dijo antes de cerrar los ojos para siempre.
Elizabeth, entre lágrimas, corrió hacia su habitación donde tenía bajo el armario una pistola que guardaba como recuerdo de su difunto padre. Atrancó la puerta y mandó un telegrama al pueblo más cercano. Carter y Alan corrieron tras ella.
Elizabeth pronto se vio acorralada por los dos muchachos y disparó a Alan, el cual cayó muerto al instante de un balazo en la cabeza. Carter, lleno de ira y odio, corrió hacia Elizabeth mientras gritaba barbaridades de cómo la iba a matar lenta y dolorosamente por provocar la muerte de sus hermanos.
La chica se dirigió hacia el patio delantero donde se encontraban las máquinas de las excavaciones del metal de la familia Démov. Allí se halló totalmente acorralada por un irreconocible y nada cuerdo Carter, que pretendía matarla cruelmente.
Por suerte para la joven Elizabeth, Carter se enganchó con una de las máquinas, ella aprovechó la situación y la puso en marcha. La máquina empezó a funcionar y comenzó a arrastrar a Carter hacia ella. En menos de cinco minutos, Carter se hallaba desmembrado completamente debajo de las cuchillas e la máquina.
Elizabeth se convirtió en la única superviviente de aquella casa y decidió emprender viaje hacia el pueblo más cercano, que se hallaba a cuatro horas a pie, con las únicas fuerzas que le quedaban, que eran las de ver nacer al hijo que tenía en su interior, al cual llamó como su padre, Thomas Démov Evans.
Lucía González, Ana Marco y Belén López. 1º F
LAS PALABRAS DEL CANAL
Corría el año 1967 en Venecia. Una familia humilde compuesta por dos padres, un hijo de 17 años, Marcello, y una hija de 8 años, Francesca. Ella padecía cáncer, por lo que ellos apenas podían sufragar los gastos que la enfermedad supondría. La chica se encontraba en un hospital a cargo de dos enfermeras.
Pasaron unos meses y su familia fue a visitarla. Antes de entrar a verla, el médico los llamó y fueron a hablar a una habitación tranquilamente, mientras Marcello fue a ver a su hermana.
El doctor les comunicó que a Francesca no le quedaba mucho tiempo de vida, por lo que debían ir preparando lo necesario para el funeral. En la otra habitación, donde se hallaba la hermana, el chico se sienta a su lado y comienza a llorar. La niña, preocupada, intentó hablar con él para consolarlo mientras preguntaba qué le sucedía. Él se calmó un poco y empezó a hablar.
- Francesca, he de confesarte algo, llevo esperando este momento toda la vida y creo que ya ha llegado.
- ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué dices eso?
- Por favor, no me interrumpas y déjame explicártelo: no eres mi hermana, yo no pertenezco a esta familia. Soy huérfano, fui recogido por tu madre en los canales de la ciudad. Te lo he ocultado todos estos años porque creía que no serías capaz de soportarlo y más en este estado.
Ella le respondió al joven.
- Marcello, has sido para mí más que un hermano, un amigo, alguien en quien poder confiar y siempre estarás en mi corazón. Por último, quiero que le digas a mis padres que cuando muera, sea incinerada y que vertáis mis cenizas en el canal donde tú fuiste acogido por mi madre.
El muchacho le contestó mientras se le caía una lágrima:
- No te preocupes, yo mismo las arrojaré. Te prometo que siempre estarás con nosotros hasta el resto de nuestras vidas.
De repente, tras haberles confesado la mala noticia, la familia fue corriendo a abrazar a Francesca.
A la semana siguiente, una de las enfermeras fue a casa de los parientes y les dijo que su hija había fallecido.
Marcello contó a sus padres las palabras que tuvo con su hermana unos días antes. Así pues, ellos cumplieron la voluntad de su hija. Al día siguiente, todo estaba preparado. Los familiares tomaron rumbo hacia el gran Canal y, allí, el hermano volcó las grises cenizas. Para sorpresa de todos, cuando estaban en el agua, vieron cómo estas se movían dando lugar a las siguientes palabras: “HASTA SIEMPRE, MARCELLO”.
Verónica Garrido, Andrea González y Cristina Navarro 1ºF
Pasaron unos meses y su familia fue a visitarla. Antes de entrar a verla, el médico los llamó y fueron a hablar a una habitación tranquilamente, mientras Marcello fue a ver a su hermana.
El doctor les comunicó que a Francesca no le quedaba mucho tiempo de vida, por lo que debían ir preparando lo necesario para el funeral. En la otra habitación, donde se hallaba la hermana, el chico se sienta a su lado y comienza a llorar. La niña, preocupada, intentó hablar con él para consolarlo mientras preguntaba qué le sucedía. Él se calmó un poco y empezó a hablar.
- Francesca, he de confesarte algo, llevo esperando este momento toda la vida y creo que ya ha llegado.
- ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué dices eso?
- Por favor, no me interrumpas y déjame explicártelo: no eres mi hermana, yo no pertenezco a esta familia. Soy huérfano, fui recogido por tu madre en los canales de la ciudad. Te lo he ocultado todos estos años porque creía que no serías capaz de soportarlo y más en este estado.
Ella le respondió al joven.
- Marcello, has sido para mí más que un hermano, un amigo, alguien en quien poder confiar y siempre estarás en mi corazón. Por último, quiero que le digas a mis padres que cuando muera, sea incinerada y que vertáis mis cenizas en el canal donde tú fuiste acogido por mi madre.
El muchacho le contestó mientras se le caía una lágrima:
- No te preocupes, yo mismo las arrojaré. Te prometo que siempre estarás con nosotros hasta el resto de nuestras vidas.
De repente, tras haberles confesado la mala noticia, la familia fue corriendo a abrazar a Francesca.
A la semana siguiente, una de las enfermeras fue a casa de los parientes y les dijo que su hija había fallecido.
Marcello contó a sus padres las palabras que tuvo con su hermana unos días antes. Así pues, ellos cumplieron la voluntad de su hija. Al día siguiente, todo estaba preparado. Los familiares tomaron rumbo hacia el gran Canal y, allí, el hermano volcó las grises cenizas. Para sorpresa de todos, cuando estaban en el agua, vieron cómo estas se movían dando lugar a las siguientes palabras: “HASTA SIEMPRE, MARCELLO”.
Verónica Garrido, Andrea González y Cristina Navarro 1ºF
EL CONDE LUCANOR DEL CAÑADA DE LA ENCINA
Un día, hablando el conde Lucanor con Patronio, su consejero, díjole así:
-Patronio, un hombre amigo mío me ha pedido ayuda para dejar un vicio muy perjudicial para su persona, el de fumar. Pues él sabe lo malo de este hábito pero no consigue dejarlo. Os pido consejo entonces, como siempre hasta ahora, porque sé que lo hacéis de muy buen gusto y que me van muy bien vuestras opiniones.
-Señor conde Lucanor, –dijo Patronio – la historia de vuestro amigo se asemeja mucho a la de una mujer panadera que comía demasiado a causa de su oficio.
El conde le rogó entonces que se la contara.
-Señor –dijo el consejero – este es el relato de una aldeana que trabajaba en su propia panadería. Esta abusaba tanto del pan como de los dulces, por lo que estaba entrada en carnes. Ella sabía que eso era desfavorable para su salud pero no encontraba la manera de dejar de comer tanto. Un mal día, la guerra llegó a su aldea y fue destrozada; también el negocio de la mujer. A partir de entonces, esta dejó de estar gruesa y tras unos años, el pueblo se recuperó de la miseria con la colaboración de todos sus habitantes.
-Así, os aconsejo que le digáis a vuestro amigo que la mejor manera de dejar un vicio es no tenerlo cerca, pues sin tentación no hay pecado. De esta forma proponerle que no compre tabaco para evitar que fume.
Al conde Lucanor le pareció un buen consejo y le hizo caso; se lo dijo a su amigo. Gracias a él y a la fuerza de voluntad de este, dejó atrás el tabaquismo y mejoró su salud.
Don Juan Manuel consideró el consejo bueno y lo hizo escribir en este libro en un pareado que dice lo siguiente:
"Quien un vicio ha de dejar,
lejos de él deberá estar”.
Yolanda Domínguez Núñez 3ºC
-Patronio, un hombre amigo mío me ha pedido ayuda para dejar un vicio muy perjudicial para su persona, el de fumar. Pues él sabe lo malo de este hábito pero no consigue dejarlo. Os pido consejo entonces, como siempre hasta ahora, porque sé que lo hacéis de muy buen gusto y que me van muy bien vuestras opiniones.
-Señor conde Lucanor, –dijo Patronio – la historia de vuestro amigo se asemeja mucho a la de una mujer panadera que comía demasiado a causa de su oficio.
El conde le rogó entonces que se la contara.
-Señor –dijo el consejero – este es el relato de una aldeana que trabajaba en su propia panadería. Esta abusaba tanto del pan como de los dulces, por lo que estaba entrada en carnes. Ella sabía que eso era desfavorable para su salud pero no encontraba la manera de dejar de comer tanto. Un mal día, la guerra llegó a su aldea y fue destrozada; también el negocio de la mujer. A partir de entonces, esta dejó de estar gruesa y tras unos años, el pueblo se recuperó de la miseria con la colaboración de todos sus habitantes.
-Así, os aconsejo que le digáis a vuestro amigo que la mejor manera de dejar un vicio es no tenerlo cerca, pues sin tentación no hay pecado. De esta forma proponerle que no compre tabaco para evitar que fume.
Al conde Lucanor le pareció un buen consejo y le hizo caso; se lo dijo a su amigo. Gracias a él y a la fuerza de voluntad de este, dejó atrás el tabaquismo y mejoró su salud.
Don Juan Manuel consideró el consejo bueno y lo hizo escribir en este libro en un pareado que dice lo siguiente:
"Quien un vicio ha de dejar,
lejos de él deberá estar”.
Yolanda Domínguez Núñez 3ºC